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Botica Nueva: Un Legado de Pasión y Tradición Farmacéutica

En 1874, el químico farmacéutico Antonio Gutiérrez Esteves fundó una de las primeras boticas de Guadalajara. Su devoción por el arte farmacéutico —la meticulosa preparación de píldoras, ungüentos, gotas y remedios de la época— lo acompañó hasta el último día: falleció en 1927, a los 85 años, prácticamente detrás del mostrador que tanto amó.

Tras su partida, Botica Nueva pasó a manos de sus hijos: José, Francisco y Manuel Gutiérrez Mejía. Sin embargo, disputas familiares llevaron al cierre del establecimiento en 1945. Años después, José intentó rescatar el legado de su padre, pero tras su muerte, la falta de continuidad y las dificultades económicas obligaron a cerrar nuevamente en los años 70.

El Renacimiento de un Sueño

Dos generaciones más tarde, Francisco Gutiérrez Pinedo, bisnieto del fundador, decidió revivir la tradición familiar. Pese a las adversidades financieras, comenzó a trabajar a los 14 años en una botica, aprendiendo el oficio desde lo más básico: primero como intendente, y tras 15 años de dedicación, ascendió a boticario. Un logro excepcional para la época, gracias a la mentoría de Vicente Morales.

En 1989, con ahorros y préstamos, Francisco alquiló el mismo local donde su bisabuelo había ejercido. Rescató los antiguos libros de formulaciones, desempolvó instrumentos y, con un humilde surtido de sales, reinició las operaciones. Hoy, Botica Nueva sigue siendo sinónimo de calidad y tradición, manteniendo vivo el espíritu innovador de su fundador.